
En el año 1695, entraron en vigor duras leyes penales conocidas como Popery Code, por las que se prohibía a los católicos comprar tierras, criar a sus hijos dentro de su religión y tener acceso a las fuerzas armadas y al Derecho. También se prohibió la cultura, la música y la educación irlandesas. Sin embargo, esta civilización consiguió salir a flote gracias a la celebración de misas secretas y escuelas ilegales al aire libre, estas últimas conocidas como Hedge Schools. A pesar de todo, hacia el año 1778 sólo el 5% de la tierra estaba en manos de los católicos.
A finales del siglo XVIII, la pequeña nobleza protestante, alarmada por el nivel de agitación social que se vivía, prefirió sacrificar lo poco que quedaba de la independencia del territorio a cambio de la seguridad británica y, mediante el Acta de Unión de 1800, Irlanda se unió políticamente a Gran Bretaña. La formación de la Asociación Católica, por parte del líder popular Daniel O’Connell, proporcionó una limitada emancipación a los católicos, que no pudo continuar ampliándose debido a la tragedia de la Gran Hambruna (1845-1851); ésta se generó a causa de la pérdida casi completa de la cosecha de patata durante esos años, en los que Irlanda se vio obligada a exportar alimentos de Inglaterra, y desembocó en el inicio de una emigración que ha continuado hasta prácticamente nuestros días.



