Las Islas Skellig siempre han tenido una aureola fascinante que Unesco ha sabido premiar como Patrimonio de la Humanidad en 1996, que con la grabación de escenas de Star Wars se ha colocado en el mapa. Sin embargo la atracción de las Skellig Rocks no es nueva, tal y como plasmó el escritor George Bernard Shaw describiéndolas como “parte de nuestro mundo de sueños”, o como se documenta en leyendas y odas mitológicas irlandesas.
En realidad se trata poco más que de unas rocas -eso sí de importante tamaño- que surgen del mar como picos de montañas afiladas a unos 12 kilómetros de la costa de la península de Iveragh, al suoreste de Irlanda, en el Condado de Kerry.
La ruta de carretera costera que conduce a las islas es conocida como el Anillo de Skellig, siendo prácticamente una continuación del trazado del Anillo de Kerry.
Historia de las Islas Skellig
Desde el siglo VII al XIII una comunidad de monjes eremitas guiados según la tradición por San Finian, habitó la mayor de las islas, Skellig Michael (Sceilig Mhichíl). El nombre con el que se designó a la isla es para honrar al arcángel San Miguel, que según la cristiandad ayudó a San Patricio a convertir a la religión a los habitantes insulares.
Hoy en día perviven los escalones originales que los monjes esculpieron para llegar desde el mar hasta el monasterio paleocristiano, formado por las «clocháns», unas cabañas de piedra con forma de colmena bastante primitivas que asemejan iglús, nuraghes sardos o trullis de Alberobello en Puglia.
El trabajo es loable, especialmente si pensamos en los materiales, las inclemencias meterorológicas y las duras condiciones del relieve o el aislamiento.
Los casi 600 escalones fueron sin embargo un camino de plata para invasores vikingos que en sucesivas rapiñas raptaron a los monjes, y robaron las reliquias y objetos valiosos. Diezmados, sólo fue cuestión de tiempo que los duros inviernos acabasen por mermar la comunidad de monjes, llegando a desaparecer en el siglo XII cuando los pocos supervivientes se mudaron a Ballinskelligs ante la ola de frío de la conocida como Pequeña Edad de Hielo.
La vida asceta de los monjes iba de la oración a la pesca y subsistencia, formándose una comunidad monástica que según se cuenta cristianizó a algunos vikingos como Olav Trygvasson hacia el año Mil, que a la postre sería Rey de Noruega. Pese al abandono del recinto, durante siglos se llevaron a cabo peregrinaciones hasta el monasterio de las Skellig.
Visita a las islas Skellig
Después de ascender los 600 escalones alcanzamos más de 200 metros de altura sobre el nivel del mar, con unas vistas excelentes. Aquí encontramos las edificaciones de piedra en una terraza con orientación sureste para aprovechar al máximo la luz y la calidez del sol, y bordeada con gruesos muros de piedra que protegían el conjunto del fuerte viento. Algunas de las cabañas actuaban como capilla, refectorio donde comían los monjes o como celdas para dormir. La población del monasterio era muy modesta, y s epiensa que podía constar de unos doce monjes.
También podemos distinguir una cruz cerca del oratorio que supuéstamente indicaba el lugar donde se había enterrado al fundador del monasterio.
Little Skellig
La isla menor podría salir volando si los 50 mil alcatraces que la habitan echaran a volar. Otras aves que tienen su hogar aquí son las pardelas pichonetas, o los frailecillos, los fotogénicos Puffin. Little skellig no es visitable.
Skellig Rocks y Star Wars
Si de por sí ya eran uno de los destinos favoritos en las vacaciones por el sur de Irlanda, el estreno del capítulo VII de Star Wars ha situado a las islas como destino masivo. Y no sólo para los fans de la saga galáctica.
El tirón de Star Wars ha fomentado la llegada del turismo a las Islas Skellig. La economía local se ha dinamizado de manera insospechada desde el desembarco del equipo de grabación.
La escena final de la película El Despertar de la Fuerza cuando el protagonistas asciende las escaleras de piedra hasta encontrarse con un hombre encapuchado al estilo de un monje medieval -Luke Skywalker-, genera un clima «interestelar» que sin duda quedará como uno de los mejores momentos de la saga.
Así que esperamos «Que la Fuerza te acompañe» durante la visita a las Islas Skellig y el santuario Jedi.
Las Islas Skellig, hábitat natural
Además de las aves que encuentran cobijo en las paredes verticales de las Skellig con una densidad y concentración verdaderamente inusual, es habitual ver focas, ballenas y delfines surcando las aguas, lo que invita a bucear, una de las actividades preferidas para los valientes que desafían el frío.
Cómo llegar a las Islas Skellig
El acceso a Skellig está controlado y regulado para que el número de turistas que la visitan sea sostenible y respetuoso con el entorno y con la colonia de aves que la habitan. Por ello la única forma de llegar es con los barcos que salen de Portmagee, el pueblo marinero muy característico por las casas de colores que forman una paleta en contraste con el rudo clima; o de los puertos de Valentia y Ballinskelligs.
La salida de los barcos sólo es operativa desde mayo a septiembre, con salidas a veces en abril o en octubre en función del tiempo y el estado de la mar.
Las empresas que operan el recorrido en barco son San Feehan desde Ballinskelligs, John O’Shea desde Caherdaniel; Sean Murphy desde Portmagee, y Michael O’Sullivan, también desde Portmagee. Las salidas son por la mañana entre las 10 y las 11h.
Un buen consejo si queremos visitar las Skellig es hacer la reserva con antelación, especialmente si la visitamos en verano, porque al estar limitado el número diario de accesos, podemos encontrarnos con la desagradable sorpresa de que no hay más visitas ese día.