Indómitas aún cuando el turismo ha llegado a ellas, las islas Aran al oeste de Irlanda, frente a las costas de Galway, aún parecen mecidas en la cuna de la historia, revestidas por un halo de pasado y tradiciones que nos parece extraña y ajena en esta Europa sin fronteras.
Situadas frente a unos 50 km de la costa de Galway, las Islas Arán son una isla dentro de otra isla. Si podemos considerar peculiar Irlanda, las Islas Inishmore, Inishmaan, Inisheer y las pequeñas islas Brannock se antojan todavía más auténticas. La plataforma calcárea y prácticamente plana que las eleva del mar Atlántico es un castillo natural que ha protegido no sólo a sus habitantes, si no también a su forma de vida, y a ese orgullo de pertenencia y conservación.
Hasta la entrada de un turismo que trajo capital, la isla no contaba con un tendido eléctrico estable, ni con un suministro de agua acondicionado, por no hablar de otros servicios mínimos como la educación o la sanidad. Pensemos que la gente subsistía a base de un sistema de subsistencia donde la escasez de nutrientes y sedimentos en la tierra se paliaba cultivando con fertilizantes como la materia orgánica de las algas descompuestas. Los árboles son escasos y si alguna vez hubo bosques fueron talados para calentar la fría noche del archipiélago.
Islas inhóspitas, arqueologia abundante!
La peculiaridad de las Islas Aran es la conservación de alrededor de cuarenta yacimientos, junto a la conservación férrea de la cultura gaélica, desde la lengua a la música, la artesanía o las costumbres seculares. De las impresionantes construcciones precristianas sólo se pueden elucubrar teorías, y hoy en día las incógnitas que se abren sobre los autores y su contexto son muchas.
Un ejemplo de lo agreste de los páramos de la vida en las Islas Arán fue y sigue siendo hoy los jerseys de lana de manufactura propia, impermeables al agua gracias a la lanolina natural. Confeccionados a partir de una lana virgen, sin tratamiento estético para teñirla, fuerte y que conserva un olor fuerte pese a los lavados. Esta prenda conocida como Aran Sweater se teje siguiendo la técnica tradicional, y cada artesano se encarga de etiquetar con su nombre el jersey, al igual que antaño se hacía con las ropas, personalizadas por cada familia. La razón era que si alguien era arrastrado por la virulenta mar en un día de pesca en las embarcaciones currachs (o si caían al mar fruto del exceso de cervezas), se pudiera reconocer su cuerpo inerte.
La pesca fue otro de los ejes económicos, y por ello un elemento habitual del folclore de las islas son las embarcaciones llamadas Currach, de quilla estrecha pero con gran capacidad de maniobra frente al fuerte oleaje. Revestidas con telas impregnadas en alquitrán, servían para la pesca y el transporte hasta bien entrado el siglo XX.
Para los amantes de la antropología, la película de 1934 The Man of Aran, refleja un estilo de vida muy condicionado a la situación geográfica y climática de las Islas Aran. En esas imágenes podremos advertir los siempre presentes muros de piedra que separan las parcelas, protegiéndolas del ganado y especialmente del azote del viento y la salinidad que yerma los campos.
Isla Inishmore
A Inishmore se llega con el ferry que atraca en el puerto de Kilronan (Cill Ronáin), en cuyas afueras está el Ionad Arainn Aran Heritatge Centre, cuya información nos avanza lo que podemos encontrar en la isla.
Si avanzamos en dirección al norte encontramos las primeras huellas de las fortificaciones características de las islas Aran. Se trata de Dún Eochla, que cuenta con una doble muralla concéntrica. Continuamos hacia Kilmurvy, apreciando la playa de Mhuirbhigh, con vistas a Connemara. En las inmediaciones de Kilmurvy nos detendremos en Teampall Mhic Dhuach, un templo prerománico dedicado a San Colman Mac Duagh.
Muy cerca está la imagen de los muros del anillo de Dún Aonghasa (Dun Aengus), para muchos el motivo de la visita a las Islas Aran. Una vez in situ es fácil entender porque hemos llegado atraídos por ese magnetismo que irradia el lugar. Dún Aonghasa presenta una forma de herradura, si bien parte del perímetro anular se desplomo al precipitarse el acantilado en el mar. Aún así, la magia parece crecer con esta forma que parece ofrecerse al mar, como sacrificio que ruega la clemencia hacia una isla con una historia adversa.
Dún Aonghasa está al sur de la isla, a apenas 1,5km de Kilmurvy. En verano el lugar se llena de turistas, sumando visitas a uno de los monumentos más visitados de Irlanda. Construido en el siglo VII a.C, la restauración del siglo XIX permitió recuperar los tres bastiones de muros circundaban el núcleo. El nombre del fuerte, en honor de Aengus es realmente reciente, y es una mención honorífica al guerrero que aparece en la literatura gaélica medieval.
Antes de visitar el yacimiento es aconsejable acudir al Inis Mor Heritatge Center, el centro de interpretación que nos descubre Dún Aonghasa con más información de su historia. Requiere la compra de un ticket y cuenta con cafetería y tienda para la compra de souvenirs.
También en la parte occidental de la isla se encuentra Dún Eoghanachta, en la carretera que va de Kilmurvy a Onaght (Eoghnacht). Se trata de otra fortificación similar, amurallada, con los cimientos circulares de pequeñas cabañas conocidas como «beehive hut», que son de época medieval, y cuyo uso era ser las celdas donde vivían los monjes cristianos.
Al sur de Inishmore se ubica la tercera población importante de la isla, Killeany, que cuenta con el aeropuerto insular. El pueblo da nombre a la bahía (enfrente está la isla de Straw y su faro) y su playa es apta si logramos que el sol salga de entre las nubes. Cercano están las ruinas del Arkyn Castle, un castillo del siglo XVII. Al sur del pueblo, y ya dejando atrás otras ruinas de una Round Tower llegaremos a Teampall Bheanáin, una iglesia del siglo VI.
En Inishmore podemos visitar también la casa donde vivió John Millington Synge (1871-1909). Hoy es un museo de su periplo por la isla, con cartas, escritos y dibujos. El interés de la visita es especial para filólogos y amantes de la cultura irlandesa, ya que la figura de Synge tuvo mucho peso en la creación romántica del nacionalismo irlandés.
Con un tamaño tan accesible, lo más adecuado es moverse a pié, disfrutando de largos paseos entre los caminos bordeados por muros de piedra. La bicicleta es otra opción muy divertida y más rápida, sin olvidar el microbús que recorre las carreteras de Inishmore.
Isla Inismaan
La isla Isla Inismaan o Inis Meain ya indica con su nombre tanto su disposición -en el medio de las tres islas-, como su tamaño -también el mediano-. Su extensión es de 4,8 por 2,4 km, separada de su «hermana mayor» por el estrecho de Gregory’s Sound que apenas llega a los 1,5 km. Resulta curioso que sea mucho menos turística que Inishmore, sin embargo los yacimientos de Dun Conchuir cuya forma ovoide albergaba una gran fortificación; el oratorio de bloques de piedra de Cill Cheanainn y Dun Fearbhaigh completan un conjunto que merece la pena recorrer en un día.
En la parte norte se halla la pista de aterrizaje de las avionetas que llegan hasta la isla.
Isla Inisheer
Pese a ser la más pequeña de las tres islas principales de Arán, Inisheer o Inis Óirr posee varios puntos que recomendamos visitar. Por un lado está la casa torre de la familia O’Brien, llamada Dún Firmina, del siglo XV en el interior de una previa fortificación prehistórica. También está la iglesia Tempall Chaomhaín, consagrada a San Kevin, una figura muy importante de la cristianización de la isla y que podemos conocer a través de la visita al monasterio de Glendalough.
En el extremo sureste de Inis Óirr podemos sacar una de las fotos del viaje. Las islas han sido históricamente un cementerio de elefantes donde los esqueletos de hierro de naufragios han varado grandes busques. Sobre un lecho de piedras en Carraig na Finise duerme oxidado el buque Plassey desde 1960 cuando los isleños lograron salvar a sus tripulantes.
Finalmente en la pequeña isla podemos conocer la iniciativa de Áras Eanna, un centro cultural de conservación del patrimonio que se ha fundado en fábrica de tejidos reformada. Aquí se desarrollan actividades de teatro, cine, exposiciones artísticas y cursos donde se muestra el sistema de tejido y cestería local.
Cómo llegar a las Islas Aran
Evidentemente sólo hay dos formas de llegar, bien por barco, en este caso Ferries que salen desde Galway, o bien en avioneta, más caro pero inolvidable por la foto panorámica que da la altura, muy recomendable para sacar fotos espectaculares.
Conviene tener presente que la situación del mar con frecuente oleaje puede marcar nuestra llegada y partida de las Islas Arán, por lo que recomendamos ser flexibles y entender que ante los imprevistos meteorológicos no se puede actuar de otra manera.
Hay tours por Irlanda que nos llevan a las Islas Arán