Edad contemporánea de Irlanda

El Tratado de la Partición, firmado en 1921, reconocía la independencia de la República de Irlanda
El Tratado de la Partición, firmado en 1921, reconocía la independencia de la República de Irlanda

Las sangrientas repercusiones del levantamiento de Dublín de 1916, conocidas como Revolución de Pascua, donde se reivindicaba la República de Irlanda y donde las fuerzas nacionalistas fueron aplastadas, añadieron impulso a la lucha por la independencia irlandesa y sin duda fueron los hechos que más han marcado dicha historia; en las elecciones generales celebradas en Gran Bretaña en 1918, los seguidores de la República de Irlanda consiguieron una amplia mayoría de los escaños irlandeses.

Bajo el liderato de Eamon de Valera, héroe que sobrevivió a la revuelta de 1916, historia de Irlanda: la república de irlanda los nacionalistas declararon la independencia de Irlanda y formaron el Dáil Eireann (la asamblea o cámara baja irlandesa), lo que provocó la Guerra Angloirlandesa, desde 1919 hasta mediados de 1921.

El Tratado de la Partición, firmado en 1921, reconocía la independencia de la República de Irlanda formada por 26 condados irlandeses y le concedía a seis condados del Ulster, la mayoría protestantes, la opción de escoger su destino. En 1948, se declaró finalmente la República de Irlanda en el sur de Irlanda, y en 1949 el país abandonaba la Commonwealth. Collins lider hitórico del IRAEn 1921 la historia de Irlanda cambió debido a que se constituyó también el Parlamento de Irlanda del Norte, con James Craig como primer ministro. Sin embargo, su política se fue dividiendo cada vez más por asuntos religiosos, y los católicos sufrieron una gran discriminación en política, vivienda, empleo y bienestar social.

La inestabilidad en el norte comenzó a mostrarse más claramente durante la década de 1960. La dispersión violenta en 1968 por parte de la policía de una marcha pacífica a favor de los derechos humanos desató el conflicto. En agosto de 1969, las tropas británicas fueron enviadas a Derry y Belfast y, aunque al principio fueron bien recibidas por los católicos, pronto quedó de manifiesto que estaban al servicio de la mayoría protestante.

Las medidas pacíficas claramente habían fallado, y el Ejército de la República de Irlanda (IRA), que había luchado contra los británicos durante la Guerra Angloirlandesa, resurgió. La agitación estuvo salpicada por matanzas en ambos lados que parecía no iban a acabar nunca, por una serie de siglas que cambiaban cada dos por tres, por la ejecución de civiles a manos de soldados, por el encarcelamiento sin juicio de simpatizantes del Ejército de la República de Irlanda, por la muerte por huelga de hambre de los encarcelados y por la implantación del terrorismo en Gran Bretaña. Irlanda del Norte perdió su independencia parlamentaria y, desde entonces, ha estado gobernada desde Londres.

El Acuerdo Angloirlandés de 1985 otorgaba por primera vez al gobierno de Dublín un papel consultivo oficial en los asuntos de Irlanda del Norte. El alto el fuego de 1994 fue recibido con gran júbilo, pero pronto se vio minado por más muertes, por la reaparición del terrorismo en Gran Bretaña y por la clara intransigencia del gobierno británico durante la reunión mantenida en Whitehall. En 1997, con la elección de Tony Blair como primer ministro británico con el apoyo de una amplia mayoría laborista, los ánimos volvieron a cambiar.

Las dos partes hicieron balance de las discusiones y en 1998 formularon un acuerdo de paz, que ofrecía cierto grado de autogobierno a Irlanda del Norte, y crearon un Consejo Ministerial Norte-Sur con capacidad para gestionar la política irlandesa si así lo acordaban los gobiernos de Belfast y Dublín. Como parte del acuerdo de paz, que fue apoyado mediante referéndum, el sur abandonaba su demanda constitucional sobre el norte. Con todo esto, parece que la paz está cada vez más cerca La Repúblic.

La partición de la isla es injusta, pero la II Guerra Mundial ofrece a Irlanda una nueva oportunidad de resolver el conflicto. Los británicos intentan que los irlandeses entren en el conflicto, pero De Varela se niega. Ante todo está la reunificación de Irlanda. Los protestantes del Ulster sí se implican con los aliados, y en los astilleros de Belfast se construyen buques de guerra.

Las escuadrillas de la Luftwaffe, en sus «raids», llegan en varias ocasiones sobre el Ulster y bombardean diversos objetivos, entre ellos fábricas de armamento. Durante esos bombardeos, los comandos del IRA sabotean la acción de los encargados de apagar las llamas. La policía descubre también importantes alijos de armas guardados, para secundar cualquier posible desembarco alemán.

El fin de la contienda señala una nueva etapa en la historia de Irlanda. En 1945, los sindicatos nacionales retiran su filiación a los sindicatos británicos, a los que se considera extranjeros, y en 1953, cuando fallece Jorge VI, el Eire (Irlanda del Sur), rechazando el juramento de fidelidad a Isabel II, Irlanda del Sur se convierte en República. Este nuevo estatuto, con todo, no modifica demasiado la situación, puesto que el gobierno de Dublín, Irlanda del Sur, se halla cada vez más, en manos de una burguesía conservadora, que teme a los patriotas y activistas, y que pretende no sólo el apoyo de la Gran Bretaña, sino también el de los Estados Unidos. El 12 de Diciembre de 1956, el IRA desencadena una ofensiva por sorpresa contra veinte instalaciones militares, policiacas y estratégicas del Ulster. La ofensiva pone en pie de guerra a las tropas inglesas y a sus auxiliares, desencadenándose una vasta represión. Paralelamente, el Gobierno de la República de Irlanda, donde el IRA hace ya muchos años que se encuentra al margen de la ley, monta grandes operaciones para desarticular a los que son llamados, oficialmente, «grupos terroristas». Y una larga serie de miembros del IRA y del partido «Sinn Féin» son encerrados en el campo de Curragh. La policía del Ulster, mientras tanto, colabora activamente con la del Eire en la caza de los terroristas de Irlanda. Aunque Dublín, en Irlanda del Sur, continúa reivindicando, por simple rutina, sus derechos sobre el Ulster, la verdad es que la colaboración con Londres resulta cada vez más estrecha, y la dependencia. En la Gran Bretaña trabajan un millón de irlandeses, cuyos giros a las cajas de ahorros del Estado libre resultan una aportación valiosa para éste. El 75 por 100 de las exportaciones del Eire van a parar a su poderoso vecino, y sólo un 10 por 100 a los países de la C.E. La historia continua mientras Dublín, Londres y el Gobierno Unionista y protestante del Ulster se entienden, la población católica del Ulster, desde 1922, vive en condiciones vergonzosas, y a todo el problema nacional y religiosos se le añade definitivamente el problema social y la lucha de clases.

A finales de 1968 se inician en el Ulster toda una serie de violencias que irán aumentando en los años siguientes, poniendo en serios compromisos a los gobiernos de Dublín. Estos, oficialmente, están con los patriotas, pero, entre bastidores, la actitud no es tan decidida. No obstante a medida que se radicaliza el problema, Dublín tiene debe mejorar, y sobre todo, porque el actual gobierno sólo cuenta con una mayoría de cinco escaños en el parlamento, mientras que el Sinn Féin, que empieza a definirse como una organización patriótica de izquierdas y nacionalista de Irlanda, robustece sus posiciones.

El futuro de la historia de Irlanda pende de un hilo durante todo el año 1970, y en Agosto de 1971, cuando el terrorismo británico, mediante la Ley de internamiento, provoca estragos en el Ulster, y Dublín sólo sabe crear campos de refugiados para los que quieren escapar del Norte de Irlanda, portavoces del Ejército de la Irlanda del Sur proponen emprender una guerra de guerrillas contra el ejército británico. Pero sólo será el 28 de Octubre de 1971, en Munnley, Eire, donde tropas de Irlanda y británicas entablarán fuego por primera vez, debido a unos roces entre soldados británicos, y tropas fronterizas del Sur de Irlanda.