La Península de Dingle posee múltiples atractivos que la han convertido en uno de los destinos frecuentes en el viaje por el sur de Irlanda. Situada en el condado de Kerry está en el extremo más occidental de Irlanda.
La ciudad homónima de Dingle es la ciudad más importante pero su tamaño de tranquilo pueblo sólo se ve alterado por los turistas que llegan para conocer las bondades y puntos de interés de la península. Zona de gran tradición gaélica, algunos de los autores más conocidos de esta lengua proceden de aquí, como Ó Siochfhradha y Peig Sayers. Su típico paisaje irlandés ha atraído mucho turismo, e incluso a directores que han grabado films como La hija de Ryan.
Al oeste de Dingle se divisan no muy lejanas las islas Blasket, deshabitadas actualmente pero que eran el hogar de algunos bravos marineros que pescaban en sus barcos característicos llamados naomhógs.
Desde Dingle cuenta la leyenda que partió el monje San Brandán, conocido como el Navegante, y que se cuenta que pudo llegar a tierras lejanas -quizá Islandia, Terranova en América o las Islas Feroe- en su afán evangelizador.
La ciudad de Dingle está a buen resguardo en una bahía que se asemeja a un fiordo, con un excelente puerto natural por donde nada uno de los «ciudadanos» más ilustres de Dingle, el delfín Fungie
Qué ver y hacer en la península de Dingle
Los amantes de la arqueología, y en especial de los yacimientos irlandeses tienen en la península de Dingle un buen puñado de lugares (200 documentados) para visitar como Gallarus Oratory, el Fuerte Dunberg (Edad de Hierro) o el monasterio en ruinas de Riasc (siglo VII).
Para las familias con niños el acuario Oceanworld de Dingle es uno de los puntos marcados para ver, y las excursiones en barco para saludar a Fungie siempre tienen éxito entre los más pequeños.
Fungie es por derecho propio un ciudadano más de Dingle, ya que vive en su bahía desde 1984, siendo adoptado por marineros y gente de la ciudad que lo cuidan. De hecho en el centro de Dingle hay una estatua que lo reproduce. En los meses de verano es habitual ver el delfín en el puerto.
Las islas Blasket, deshabitadas desde 1953 cuando los últimos isleños emigraron a Estados Unidos se pueden visitar con el ferry que hace la excursión hasta ellas desde el puerto de Dingle.
Si lo nuestro es el whisky y la cerveza dos de los lugares más atractivos son la destilería y la fábrica de estos dos «brebajes» típicos de la «gastronomía» irlandesa. Por la noche podemos continuar nuestra ruta por algunos pubs como Ashes y Foxy John’s (en realidad una ferretería donde sirven cerveza).
Para los viajeros más tranquilos una recomendación gastronómica, el Café Litreacha en Dykegate Street, que hace de librería al mismo tiempo y donde su sandwich tostado es un homenaje al paladar.
Después de comer os recomendamos pasaros por Dingle Crystal, donde veréis a uno de los mejores maestros en objetos de cristal de toda Irlanda.
Excursiones alrededor de Dingle
La carretera panorámica que lleva a la playa de Beál Bán, en Ballyferriter, pasando por el Dunbeg Promontory Fort y por los acantilados de Clogher donde el verde intenso de las praderas se funde con el color del Mar Atlántico, es una ruta imprescindible para disfrutar de la costa de la península de Dingle.
Otra ruta por la costa, esta vez hacia el este de Dingle nos conduce al castillo de Minard, junto a la playa, que resulta sugerente y melancólico. Si continuamos por la costa llegamos a Inch Beach, una de las más largas de Irlanda, y donde es habitual ver gente haciendo surf, windsurf y paseos por la playa.
Si permanecemos una semana en Dingle tenemos la posibilidad de hacer un circuito de trekking conocido como The Dingle Way Walking Trail, que partiendo de Tralee, la capital de Kerry, recorre casi 180 km a pié, en 8 o 9 etapas. El nivel es sencillo, salvo un tramo algo más exigente en el Monte Brandon.