El solemne campus de la universidad de Dublín invita a pasear por sus jardines y sentirnos estudiantes de nuevo, disfrutando de un cálido ambiente universitario con propuestas para charlas, conciertos y actividades que se van solapando en los tablones de anuncios. En pocos sitios podremos estar más al tanto de la ebullición cultural de Dublín, como en las aulas y pasillos de la Trinity College.
La visita guiada es una opción muy atractiva para conocer al detalle el campus, y descubrir secretos que muchas veces no aparecen ni en las guías más expertas. La ruta la llevan a cabo estudiantes acreditados que todos los días de mayo a septiembre (salvo los domingos) llevan a cabo un recorrido por los principales lugares del Trinity College, incluida la biblioteca Old Library y por supuesto la exposición del Libro de Kells.
Incluso si estamos de visita en Dublín durante el verano, la universidad ofrece alojamiento en el Campus, viviendo una forma curiosa de dormir en un campus histórico.
La historia del campus más antiguo de Irlanda, uno de los edificios más visitados de Dublín comienza cuando la reina Isabel I de Inglaterra impulsó la creación de una universidad en un área de las entonces afueras de la ciudad, hoy pleno centro.
Antes de comenzar su edificación el lugar estaba ocupado por un monasterio agustino, que desapareció para albergar un área de más 18 hectáreas que forma una pequeña ciudad con plazas, jardines y parques que quedan aislados del ruido de la ciudad.
Hasta los años 1793 sólo estaba admitida la inscripción a los protestantes, quizá imbuida por los formatos pedagógicos de las universidades del continente, católicas, frente a la nueva rama de la Iglesia que surgió con el cisma de Enrique VIII, pero hoy en día no hay rastro de la discriminación religiosa. Las mujeres fueron admitidas a partir de 1903 tras una lucha por sus derechos que se adelantó a muchas universidades británicas que aún tardaron más tiempo en abrirse al sexo femenino.
El campus
Los jardines del campus por donde paseamos o las aulas de la universidad fueron «hogar intelectual» de alumnos que más tarde serían ilustres exponentes de las artes como Jonatahn Swift (autor de los viajes de Gulliver) Samuel Beckett (premio Nobel en 1969), Bram Stoker (célebre por Drácula), Oscar Wilde o Edmund Burke.
El conjunto universitario lo forma una serie de edificios de estilo georgiano construidos entre los siglos XVIII y XX y por desgracia no hay testimonios arquitectónicos del edificio original. El acceso principal es el de College Green, con una gran fachada de orden corintio (1755-1759), con sendas estatuas del escritor Oliver Goldsmith y el escritor y político conservador Edmund Burke. A través de esta entrada desde donde parten las visitas guiadas, se accede a un patio interior empedrado, Parliament Square.
En esta explanada está el acceso a la Chapel, la capilla y el aula de exámenes (Theatre), ambos de finales del XVIII. Junto a la capilla obra de William Chambers el Dinning Hall, comedor universitario, restaurado tras el incendio de 1.988. En el centro de Parliament Square se alza la torre campanario que Sir Charles Lanyon diseñó en 1853, en el lugar donde presumiblemente estuvo el primigenio monasterio. Si torcemos a la derecha llegamos a otra plaza desde donde vemos la entrada a la biblioteca, el edificio más antiguo (1690), con su característico ladrillo.
Otros edificios para conocer en la ruta por la Trinity College son la sale de exposiciones de arte contemporáneo Douglas Hyde Gallery, la Galería de la Ciencia o el teatro Samuel Beckett.
The old Library – La Biblioteca
El lugar donde duermen los libros esperando que alguien los despierte es una vasta colección de alrededor de tres millones de libros, que suma y sigue desde que en 1801 todo libro publicado en Reino Unido o Irlanda envíe un ejemplar a la biblioteca del Trinity College. Por tanto más que un templo es una colmena de conocimiento.
El edificio de la Antigua Biblioteca fue comenzada por Thomas Burgh en 1712 y concluida en 1732 tras 21 años de obras. Desde entonces es consultada y visitada por alumnos, turistas y curiosos de todo el mundo, fascinados por el simbolismo que expresa.
La sala principal, la «Long Room» (Habitación Larga) refleja esa magia, con una galería columnada de 65 metros cubierta por una piel de los volúmenes más antiguos que se elevan en las estanterías produciendo un aroma que combina el olor de las letras y la madera de la estructura que Benjamin Woodward ideo en 1862 para ordenar los volúmenes. A los lados los bustos de mármol custodian con recelo los libros, y hay quién dice que acusan a los amigos de lo ajeno con su penetrante mirada. El arpa más antigua de Irlanda, una obra maestra de madera de roble y sauce tensada por cuerdas de bronce completa la sala.
The book of Kells – El libro de Kells
Si hay un libro, de entre los miles de miles que custodia la biblioteca, que sea venerado como si se tratase del zafiro más valioso del planeta, ese es el Libro de Kells. Para entenderlo, el manuscrito se custodia en una vitrina acorazada de la biblioteca.
El Book of Kells es un incunable con textos de los Evangelios miniados, con una ornamentación digna de los mejores «diseñadores» de la época.
La obra fue confeccionada en dos momentos, el inicial en el siglo VIII en Iona, una de las islas Hébridas en las que la comunidad de monjes continuaban la labor de San Columba, una de las figuras principales del cristianismo de Irlanda. Tras el saqueo vikingo de Iona, fue trasladado a Kells, donde se completó su elaboración. Durante seis siglos permaneció en Kells hasta que en 1654 fue transferido a Dublín.
Se conservan 340 pergaminos, compilados en cuatro volúmenes de los que se exhiben dos, y además del valor histórico del libro, no menos deslumbrante es la ornamentación, con una sucesión de decoraciones…que acompañan a una caligrafía paciente e inspiradora, frente a unos tiempos modernos donde apenas se escribe a mano. Más de dos mil iniciales decoradas, cuarenta páginas repletas exclusivamente con miniaturas, e incontables los detalles de una iconografía muy colorista.
Para este cuidado trabajo se piensa que pudieron trabajar en equipo tres amanuenses y cuatro monjes haciendo las miniaturas, que plasmaron color y guión a un pergamino fabricado con la materia prima de casi 200 carneros.
Junto al libro hay una exposición que nos acerca la labor de los amanuenses, y la importancia de los centros monásticos durante la Edad Media, como faros culturales para la conservación impresa de textos.
Recomendamos visitar la exposición con poca gente ya que la puesta en escena con iluminación de paneles frente al espacio oscuro de la biblioteca simboliza la ardua lucha por difundir el intelecto ante las sombras de la ignorancia .
No menos impresionantes son otros códices expuestos junto al Libro de Kells, como el Book of Durrow, el Book of Dimma o el Book of Armagh.+